Aunque hoy se percibe como un momento de diversión, Halloween tiene raíces de más de dos mil años. Su origen se vincula al Samhain celta, cuando se creía que los espíritus de los muertos regresaban al mundo de los vivos. Con el tiempo, estas tradiciones se mezclaron con costumbres cristianas, dando lugar a la festividad moderna, especialmente en Estados Unidos, Reino Unido e Irlanda.
En contraposición, la Iglesia católica celebra el Día de Todos los Santos (1° de noviembre) y el Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre) con misas y oraciones por los difuntos. Las iglesias evangélicas fundamentan su rechazo a Halloween citando versículos bíblicos, como Romanos 13:12 y Efesios 6:12, que destacan la importancia de alejarse de la oscuridad y seguir la luz y la oración. Entre los motivos principales para evitar Halloween se destacan: su origen pagano, la promoción de símbolos contrarios a la fe, la influencia del ocultismo, la confusión de valores en los niños y el consumismo que desvirtúa su sentido.
 
         
        
     
            
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