En el marco del 104° aniversario de Río Grande, el profesor de historia Esteban Rodríguez ofreció un profundo análisis del pasado y del presente de la ciudad en diálogo con FM Fuego. Con un tono reflexivo y crítico, señaló que la historia de Río Grande no comenzó en 1921 con la fundación formal, sino mucho antes: “Ya en 1893 llegan los misioneros salesianos a Barrancos Negros, cerca del Cerro del Águila. Ahí se da la primera instalación. Luego se trasladan a Los Chorrillos, donde hoy está el cementerio municipal, y finalmente a donde está ubicada actualmente la Misión Salesiana”.
Rodríguez subrayó que incluso antes de la Misión, el territorio fue habitado ancestralmente por los pueblos originarios. “En Río Grande vivían los selk’nam, en un área que se llamaba Kasen. Después vinieron los estancieros, con una ocupación a sangre y fuego que implicó el sacrificio de vidas humanas. Eso también es parte de nuestra historia”, denunció.
Durante la charla, reconstruyó los ciclos económicos que marcaron el crecimiento de la ciudad: el auge de la lana, el petróleo y gas desde finales de los años 40, y la explosión industrial a partir de la Guerra de Malvinas. “La lana fue el primer motor, luego vino el petróleo, y en los años 80 y 90 Río Grande explotó con la industria. La población creció, las fábricas contrataban personal en el aeropuerto apenas bajaban del avión”, recordó.
Además, hizo hincapié en las conexiones históricas entre Río Grande, Malvinas, Punta Arenas y Río Gallegos. “Muchas familias estaban vinculadas. Las primeras ovejas que llegan a Tierra del Fuego vinieron de Malvinas. Hay una triangulación histórica de vínculos que aún no ha sido indagada del todo”.
Por otro lado, también advirtió sobre el enorme vacío documental que afecta a la ciudad. “No tenemos diarios anteriores a los años 90. Lo que hay está en colecciones privadas. Por eso siempre digo que los archivos son el futuro de la historia. Si no están catalogados, si no sabemos quién sacó la foto o cuándo, estamos perdidos”, alertó.
En ese sentido, valoró el registro de viejos pobladores impulsado por el municipio y destacó la importancia de la historia oral. “Todos somos protagonistas. La historia oral es un ejercicio hermoso, pero requiere tiempo, recursos y voluntad política. Si no registramos hoy los relatos, mañana los perdemos para siempre”, señaló.
También se refirió al Museo Virginia Choquintel y opinó que “necesitamos un espacio más amplio y especializado para seguir plasmando nuestra historia. El museo creció mucho, pero nos quedó chico. Es clave profesionalizar a quienes trabajan en el ámbito de la memoria”.
Uno de los aspectos que más preocupa al historiador es el escaso conocimiento sobre lo ocurrido en Río Grande durante la última dictadura. “No sabemos cabalmente qué pasó. Hay muy pocos registros sobre detenciones, torturas, o presos que no fueron desaparecidos. Es un bache en la historia que tenemos que llenar”.
Sobre la ciudad actual, afirmó: “Río Grande tiene todo para seguir escribiendo su historia. Hay un montón de historias no escritas, comentadas al pasar. Por eso necesitamos políticas públicas para preservar y contar esa historia. Hoy están los abuelos, los padres, pero si no se registra lo que vivieron, se pierde”.
Finalmente, Rodríguez insistió en la necesidad de pensar una historia local que también se enseñe en las universidades: “En la facultad me enseñaron Malvinas desde lo internacional. Pero llegar a Tierra del Fuego es encontrarse con una historia que el país no conoce. Es nuestra responsabilidad contarla desde acá”.
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