“Veníamos laburando desde febrero, había compañeros desde enero. Ayer, a última hora, como siempre, nos sacaron. Somos como 80 personas contratadas entre nuevos y viejos. No pensé que nos iban a tocar, pero nos tocó. Quedamos afuera”, expresó.

Según explicó, muchos de los despedidos tenían dos o tres años de antigüedad, con contratos renovados cada tres meses. A pesar de que se hablaba de un acuerdo de continuidad laboral hasta fin de año, los jefes les retuvieron las tarjetas y no les permitieron volver al día siguiente.

Dos de las cuatro líneas de producción de la fábrica quedaron completamente vacías, lo que da cuenta del alcance del recorte, que afectó aproximadamente a un cuarto del personal.

“Había compañeras llorando, una bronca enorme. Acompañamos siempre las marchas, las luchas, en el frío, con compromiso. Y ahora quedamos en la calle sin respuesta. Es una traición”.

Diego también cuestionó la falta de criterio en los despidos, ya que algunos con más antigüedad fueron echados mientras otros recién contratados continuaron trabajando.

Sobre las posibles reubicaciones en otras fábricas como Carrier o Radio Victoria, se mostró escéptico:

“Nos dijeron que nos van a llamar, pero todos lo vemos muy verde. Nos dicen que esperemos hasta el lunes. Ojalá, pero nadie confía. Esto nunca pasó antes”.

La desvinculación representa un golpe económico fuerte para los despedidos, muchos de ellos sostén de familia. Además, criticó la ausencia del gremio tras los despidos, a pesar de las promesas previas.

El próximo 8 de agosto, los trabajadores planean movilizarse en reclamo por lo sucedido y para exigir una solución concreta.